Seguimos con el plan, ya queda menos. Seguro que también queda menos para que ese futuro cada vez menos distópico en el que se desarrollan las peripecias de Daniel Soler nos coja. Si llegaremos a 2040 en una situación similar, no lo sé. Pero cada vez que repaso un poco el circo que tenemos delante, lo veo menos descabellado. También lo veo menos posible, entre otras cosas porque 2040 cada día está más lejos. 

Por mi parte, seguiré con el plan y con las aventuras de Daniel. Poco más puedo hacer, echar una mano a la gente que se lo merece y tratar de que no se rindan, cansados de trabajar, para que un puñado de imbéciles les ponga verdes a la primera de cambio. La envidia siempre será la religión de los mediocres y como estadísticamente hay un 80 por ciento de mediocres, pues pintan bastos. 

Después de recomendaros de nuevo que echéis un ojo a las peripecias de Daniel Soler en el lejano 2040, vamos con la octava parte del plan. Como es obvio, ya queda una menos. Podéis respirar tranquilos. El plan tendrá un final y os quedará pensar en qué empleáis estos diez minutos semanales. 

Hay otra cosa obvia, al menos para mí. Y la observación no es mía, es de un tal Charles Darwin. Vino a decir hace ya algunos años que la especie que sobrevive no es la más fuerte ni la más lista, sino la que mejor se adapta. Lo que ya he contado alguna vez: Más no siempre es mejor. 

Para ejemplo, un par de ellos. Los bolos y los dinosaurios. Los últimos extinguidos, los primeros insistiendo en ello, creyendo que más es mejor y que eso los hará más fuertes. Así que hemos subdividido el juego en 13 categorías, por categorías que no sea. Puestos a ser puntillosos, se echan en falta al menos dos, una categoría no binaria y otra para discapacitados. Si queremos ser inclusivos es lo que toca. 

Bromas aparte, tenemos 13 categorías. Una primera partición por género, en masculino y femenino. Eso nos deja 10 categorías por el lado masculino y 3 por el femenino. Luego, dividimos en función de la edad ambas y, además,  por la vertiente masculina, tenemos  cuatro categorías de calidad. El que quiera más detalles los tiene en madera de ser. Este conglomerado de categorías da lugar a 18 campeonatos regionales. Diecinueve realmente si tenemos en cuenta el universitario. Y a esos 19 campeonatos regionales hay que añadir dieciocho circuitos, compuestos por 120 concursos.

Casi 140 competiciones con sus días de tiradas y fases finales. Yo todo esto lo entendería en 1986. Incluso a principios de este siglo podría encajarlo. Ahora es un completo sinsentido. Y sé que esto cuesta entenderlo y asimilarlo, que los recortes no gustan a nadie. Que casi todo el mundo sueña con una casa más grande, un sueldo más alto, un coche más potente, un trabajo más descansado…. Más, más y más.

Pero yo soy rarito, bastante, debo admitir. Yo prefiero disfrutar de lo que tengo antes de agobiarme con lo que no tengo. Sé que es raro y que cuesta entenderlo, pero ya lo he dicho, soy rarito. Ahora sé por qué y no voy a gastar ni un ápice de energía en encajar. Por mucho que lo intente, no voy a hacerlo nunca. 

Quizás sea por eso que tengo tan claro que 140 competiciones son insostenibles, que sobran campeonatos y concursos en los circuitos, que es imprescindible poner un poco de cordura en los cupos de participación en los regionales, que más, en este caso, tampoco es mejor. Porque ese más está llevando a la quiebra la Federación Cántabra de Bolos. Y si queremos llegar al momento en el que medidas como los campus, los juegos escolares o la introducción de los bolos en los colegios empiecen a dar frutos visibles, tenemos que apretarnos el cinturón.

De lo contrario, nunca llegaremos a ver los resultados. Siguiendo con el sueño de la mayoría, ¿de qué sirve tener un coche más potente si no tienes dinero para mantenerlo? El presupuesto federativo es el mismo prácticamente que en 2003, pero con una trampa enorme ejecutada sin escrúpulos por el Gobierno de Cantabria y consentida por los entonces responsables federativos. Una trampa que nunca se debió haber permitido. Pero eran tiempos en los que el apoyo del Gobierno Regional a la Federación Cántabra de Bolos se volvió imprescindible. Eran aquellos tiempos en las que las dos asambleas, la regional y la nacional, comandadas por dos presidentes, el regional y el nacional, estaban midiendo sus miembros viriles a ver cuál era el de mayor tamaño.

Así que la batalla entre Elon Musk y Mark Zuckerberg, para ver quién la tiene más grande, la inventamos en los bolos hace ya años. El gobierno regional apoyó una decisión pueril y caprichosa, del tipo a la del anuncio del Scattergories. Qué curioso, el scattergories no apareció en los bolos hace un año,la historia es cíclica.

Luego supimos el precio del apoyo y para mí era un precio que los bolos no podían pagar: La desaparición de la orden de ayudas a clubes. Esta pasó a engrosar el presupuesto federativo y además no pasó íntegra, sino que la parte más gorda se mantuvo aparte para dársela directamente a una asociación de cuyo nombre no quiero acordarme. 

Los servicios prestados encabezando el motín había que pagarlos. Los bolos a nivel nacional estaban rotos, pero a nivel regional se habían partido en dos. Si bien se reparó, mal y tarde, la fractura nacional, la brecha regional se ha ido haciendo más grande cada año. Un sistema justo no es aquel que da más a quien menos necesita. Tampoco estoy pidiendo igualdad. No se puede dar a todos lo mismo. Estoy pidiendo equidad y justicia. Que cada uno reciba según sus necesidades de manera proporcional. Porque con el tiempo, esa parte de Ayudes a Clubes que gestiona la Federación, se ha empleado para la supervivencia de la misma. Lógico y normal, por otra parte. Los precios suben y las licencias y derechos no lo han hecho en la misma proporción. Como queremos mas competición (mas pensamos que es mejor, claro), pues los caprichos hay que pagarlos. ¿Y de dónde han salido? Principalmente de las ayudas a clubes.

Ha ido destinada a crear un batiburrillo de concursos, circuitos, campeonatos y competiciones imposible de sostener a largo plazo. Y cuando te quedas sin dinero no sirve de nada huir hacia adelante. Ya lo dije hace tiempo, es insostenible y si queremos ganar tiempo para que las medidas den fruto, hay que podar el árbol. Tras décadas sin podar hay que ser drásticos. 

Empecemos por los campeonatos. Aquí todo lo juegan 16. Da igual que haya 13 licencias en la categoría. 16 por decreto. Porque más es mejor. Da igual que se devalúen los campeonatos. Da igual que se haga jugar a gente que no necesita el reconocimiento. 16 por cojones. Porque asi se hizo en primera toda la vida. 

Pues no. Siguiendo el ejemplo de primera, si no hay al menos 70 licencias en la categoría, el campeonato lo deberían jugar ocho. El 22 por ciento es una cifra razonable. Yo personalmente lo dejaría en el 10 por ciento con un mínimo de ocho. Pero yo soy rarito y radical. Como veis, hay muchos campeonatos con la participación sobredimensionada. Con esto logramos campeonatos más igualados, más competidos, más fáciles de organizar y de paso más baratos. Y estos cuatro mases sí que son mejores. 

Luego nos tocan los de parejas. Yo los eliminaría de raíz. Quizá en Primera no, por aquello del campeonato de Peñas, pero lo de Peñas por parejas en el resto de categorías carece de sentido. Los jugadores se ceden de un lado a otro. Unos juegan las tiradas, otros las finales. Un circo, en definitiva. ¿Que se quieren mantener? Pues cambiamos el formato. Fuera los circuitos, dos boleras y clasificación a medio concurso. Y final al KO por cuadro en base a la clasificación de las tiradas. A tres puntos hechos. Campeonatos más emocionantes, más rápidos, más dinámicos y más atractivos. Y circuitos más baratos. Cinco mases de nuevo que si son mejores. 

Y los circuitos, pues hombre, ocho concursos por circuito, con sus subvenciones y sus arbitrajes, igual es algo que no nos podemos permitir. Igual hay que reducirlos a la mitad. Cuatro concursos por circuito, puntúan los tres mejores registros para el regional. Y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. Que sí, que parece una locura quitar concursos, que para eso se paga una licencia, que una federación tiene que promover el deporte, bla, bla, bla…. Aumentar siempre es muy sencillo, el camino es fácil y eso lo hemos hecho muy bien.

Incluso, cuando había que aumentar el presupuesto federativa para cuadrar las cuentas. Se emitía una factura y luego no se hacía mucho por cobrarla. Ni mucho menos hacer la factura de abono o la rectificativa.  ¿Cuánto hace falta para cuadrar el presupuesto? ¿10 000 €? Pues sujetame el cubata. Cinco facturas de publicidad de 2 000 € y ya tienes los 10 000. Y luego al cerrar el año lo no cobrado a la cuenta 430 correspondiente, que esa va al Balance y no a la cuenta de resultados que es la que todo el mundo mira. ¿Y el IVA a ingresar en Hacienda?, pues a palmarlo. Y así, de cada dos mil euros que se facturaban y no se ingresaban, Hacienda se llevaba 347,11€. Por esa regla de tres, de los 47604.54 €, unos 8.200 € ingresó Hacienda en concepto de IVA. De ahí, un 50%, según la legislación tributaria, lo recauda el Gobierno de Cantabria.  Y ahí estábamos, pagando, además, un IVA que nunca íbamos a ingresar, un plan sin fisuras. Todos contentos, Hacienda la que más. La Federación presentaba unas cuentas sin apenas déficit en su resultado. Incluso cuando había habido algún runrun durante la temporada, beneficios. El foco apuntando al resultado del ejercicio. ¡Qué gran equipo de gestión!. Las crónicas periodísticas de las asambleas, ahora desaparecidas, lo resaltaban en sus titulares. Y mientras tanto, nadie miraba al balance que reflejaba el agujero. ¿Una comisión de auditoría y control para aquel gran equipo de gestores? Pecado mortal, excomunión. Otro pirado como yo, dijo en una charla en el Ferbus hace unos 15 años que habría que levantar las alfombras. La podéis buscar, está grabada y subida a Youtube. Y luego hay gente que me llama de todo cuando digo que las memorias eran deficitarias y se perdía dinero. 

Terminando por hoy. O nos tomamos esto en serio y recortamos, o igual el año que viene nos encontramos con que no hay ni circuitos ni campeonatos porque no hay dinero ni Federación para llevarlos a cabo. El año pasado muchos alzaron la voz porque hubo un retraso en los pagos a cierta categoría. Había otras ayudas que o se pagaban antes del 31 de diciembre o teníamos que devolverlas al Gobierno. Se retrasaron aquellas que no se justifican y que por tanto no había obligación de pagar a 31 de Diciembre. Pero los de siempre alzaron la voz. 

Si a esto le unimos que ha habido el año pasado un déficit de unos 30.000 euros son dos señales de alarma. No hay que ser economista, ni censor jurado de cuentas ni siquiera avezado locutor de radio, cribador de arena o insigne presidente currante por los bolos para darse cuenta de otra obviedad. Si no hay más ingresos este año y la actividad ha sido la misma, es muy probable que el resultado contable de la Federación en 2023 sea de otros 30.000 € de pérdidas. Con eso ya van 60.000€ en dos años. Si sumamos los 47.604,54 € empleados para limpiar de basura las cuentas de la Federación en 2021 y los 35.052,66 € de déficit del año 2019 ya son 142.657,20 en apenas 4 años… ¿Véis como más no siempre es mejor?

Podemos hacer lo de siempre: taparnos los ojos y tirar para adelante. Pero ahora iba a servir de menos que antes.  Así que, o replanteamos campeonatos, circuitos y competiciones o, el que quiera, tendrá que pagar por jugar esos circuitos y campeonatos. Otro día echamos los cálculos que eso corresponde a la parte de financiación del Plan. De momento las piezas siguen encajando.

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