Lo prometido es deuda. Tenía dudas de por dónde empezar con el dichoso plan, pero un comentario del otro día me lo ha puesto mucho más sencillo. Ponía en relieve que los jóvenes de estos días tienen otras alternativas de ocio, otras costumbres y otros niveles de compromiso. Y esas características no son compatibles con cómo están montados los bolos ahora mismo. Totalmente de acuerdo.
Los bolos, tal como están montados ahora, y la juventud y la sociedad del siglo XXI, son como agua y aceite. Jamás se mezclarán. Y, siendo realista, me parece pretencioso pensar que vamos a cambiar a la juventud y a la sociedad. Pero me parece muy cómodo y criticable conformarse con lo que hay y resignarse. Soy muy defensor de la cultura del esfuerzo. Es más, si yo me hubiese resignado hace dos años, ahora apenas podría andar. Pero como no me conformé con lo que había, y por eso estoy haciendo que juego a los bolos. Así que no se ofenda a nadie, pero lo de cruzarse de brazos y resignarse no va conmigo.
Se han cometido errores. No tengo nada en contra de los errores. Todos los cometemos, yo el que más. No hay nada malo en ello. Lo malo es no aprender e insistir en el error. Lo malo es no reconocerlo. Un ejemplo muy sencillo. Desde principios del siglo estamos viendo ya de manera muy clara que ligas de 12 equipos que empiezan tan pronto son un error porque expulsan a la gente. Yo llevo 15 años diciéndolo y no porque a mí me incomode o me disguste, sino porque veo que el modelo no encaja con la sociedad de este siglo. Si por mí fuera, estaría jugando 365 días a años, pero no puedo obligar al que le basta con 90 días para satisfacer su hambre de bolos a estar jugando todo el año. ¿Y qué hemos hecho viendo que es un error? Insistir en él y hacer ligas de 14 equipos, muy típico de los bolos, a quien no le guste que se ponga a cribar arena porque no es gente de bolos. Total, como nos sobra gente… Para ciertas mentes regentes, parece complicado de entender que una cadena es tan fuerte como su eslabón más débil. Y en lugar de mimar ese eslabón, lo machacamos a martillazos. El que quiera jugar 365 días se buscará la vida, pero el que no, se irá a emplear su tiempo a otro lado, que para eso es suyo.
Trasladad el ejemplo a cualquier ámbito de la vida y veréis más clara la lógica. ¿Quiere esto decir que yo quiero jugar ligas más cortas y por ello defiendo ese modelo? Pues para sorpresa de los cretinos, NO. Nada más lejos de la realidad. Lo que no quiero es que la gente deje de jugar a los bolos porque el sacrificio supera el beneficio. No piense el ladrón que todos son de su condición. Yo de egoísta tengo muy poco.
Centremos el tiro. Esto venía a resaltar cómo los bolos en general se han negado a ir en la misma dirección que la sociedad. Y además, se han negado a reconocer que es un error. Y han insistido en él. El que no lo vea así, por favor, no va a encontrar nada interesante a partir de aquí. Así que si lo desea, puede dejar de leer en este punto. Es más yo se lo recomiendo: deja de leer y ve a cribar arena, esto no es para ti
Tenemos entonces los bolos con su oferta, por un lado, y la sociedad con su demanda, por otro. En economía se demuestra que las políticas que actúan sobre la oferta son más efectivas que las que actúan sobre la demanda. Más que nada, porque cuando se quita el estímulo a la demanda, cesan sus efectos.
Ejemplo práctico en el caso que nos ocupa. Le damos 1000 € a cada nuevo practicante de bolos que se mantenga jugando al menos un año. Esto sería una política de demanda. Tendríamos más gente jugando a los bolos seguro. Esto os tiene que sonar. Lo hacen los políticos continuamente. ¿Qué ocurre cuando se acaba el presupuesto asignado a esta medida? Pongamos un millón de euros. Tendremos 1000 jugadores nuevos. Algunos se quedará, no lo dudo. Pero al año siguiente necesitamos otro millón de euros para obtener el mismo resultado. Creo que a nadie se le escapa que esto es insostenible y poco realista. A nuestros políticos no se les escapa, les da igual. Pero total, como el dinero público no es suyo… siguen haciéndolo.
Por el contrario, las políticas de oferta resultan más baratas de aplicar y son mucho más sostenibles en el tiempo. Pero tienen el pero de no resultar populares y no suelen servir para hacerse fotos y comprar votos. De nuevo, el que no asimile estos conceptos puede salir ordenadamente. No va a encontrar nada interesante y es probable que le suba la tensión. Así que si sigues leyendo es bajo tu responsabilidad.
¿Qué se puede hacer por el lado de la oferta bolística? Para empezar, ligas más cortas, que supongan menos sacrificio en términos de tiempo invertido y más beneficios en términos de experiencia vivida. Para eso ya se ha dado un paso con la famosa reestructuración.
Pero vamos un poco más allá. ¿Cómo es la comunicación federativa? Analógica. Hasta hace poco el gasto en sobres y sellos superaba con creces la inversión en comunicación digital. ¿Tiene presencia la FCB en redes sociales? Claro que sí. ¿Tiene canal de YouTube? Por supuesto. ¿Tiene otros canales de comunicación? También. Ahora, tenerlos por tener es como que tiene tos y se rasca los sobacos.
¿Alguna vez habéis recibido un boletín federativo por email? ¿Alguna vez os habéis detenido en alguna publicación federativa en Redes Sociales que no fuera la clasificación de vuestro circuito? Y no hablo ya de resultados en tiempo real, que gracias a Marcos Saro los tenemos de manera extraoficial. Pero esa información no puede ser extraoficial. Debería ser la Federación la que pusiera los medios para ello y no una persona particular. La sociedad del siglo XXI se comunica a través del móvil. Nuestra Federación a través del buzón de la portilla del complejo. La sociedad por un camino, los bolos por otro. Si oferta y demanda no se cruzan en un punto, no hay intercambio de bienes y servicios.
¿Se han dado pasos? Sí. Tímidos, muy cortos. Hay que ser valiente y ambicioso. ¿Se puede mejorar la oferta? Si, y mucho. Eso es lo bueno. Qué está tan mal, que el margen de mejora es muy amplio. Por ello, como en cualquier ámbito, los primeros pasos producirán avances más grandes que los siguientes. Técnicamente, por si a alguien le interesa la economía, ley de la utilidad marginal decreciente.
Acerquemos entonces los bolos a la sociedad en lugar de sentarnos a esperar que la sociedad recorra el camino contrario. No lo va a hacer. Llevamos décadas de retraso y alejamiento. Usemos las redes sociales federativas de otra manera. Ampliemos los canales de comunicación y hagamoslos públicos y no privados. Potenciamos ese canal de YouTube, que además puede servir de fuente de ingresos pasivos. Solo hay que tener ganas e imaginación. Se trata de aprovechar las herramientas de la sociedad para acercarse a ella. No se trata de criticar que la sociedad y la juventud pasen su tiempo allí y resignarse. Se trata de evolución y adaptación. Es la historia de la humanidad. O evolucionas y te adaptas o te extingues. Y si no, que se lo digan a los dinosaurios que tanto se parecen a nuestros bolos.
Seguro que cuando se veían tan grandes nunca pensaron que desaparecerían. Igualito que nuestros dinosaurios bolísticos, cuando metieron más de 6000 personas en el palacio de deportes de Santander, no hace mucho tiempo.
Acabemos por hoy. El plan es extenso y hay que dividirlo en trozos para asimilarlo mejor. El que quiera que coja el trozo que más le guste y lo mejore. O que lo aplique tal cual. Está a disposición de cualquiera. Resumo a grandes rasgos: ligas más cortas y emocionantes y mejora de la comunicación federativa que facilite la inmediatez que demanda la sociedad. Aceptemos de una vez que la sociedad tiene unas demandas y que si nuestra oferta no las cubre, saldremos del mercado. Ya sé que a algunos les costará entenderlo, pero queda muy poca gente con ganas de cribar toneladas de arena, con ganas de pringarse de Marzo a Agosto o con ganas de esperar semanas para conocer los resultados. Negar la realidad es tiempo perdido.