Pues que estaba yo con el plan y en eso que me llegan unas fotos por WhatsApp de gente de bolos me acabo liando. Estos son gente de bolos de esa que criba toneladas de arena. De esa que se remanga para arreglar la bolera. De esa que coge el picachón, la azada y la llave inglesa para cambiar las estacas. De esa que lo hace por amor al arte y sin darse importancia por ello. Gente de bolos de esa a la que retratan lunes y lunes también en las tertulias bolísticas. Todos conocemos a esa gente de bolos tan imprescindible. Incluso yo los conozco y disfruto charlando de bolos con ellos. 

Además, los que yo conozco son humildes, honestos y prudentes. Rasgos estos que son independientes de las toneladas de arena cribadas. Además, son rasgos que no están relacionados. Es decir, para que se me entienda bien, ser humilde, honesto y prudente no implica saber cribar arena, arreglar boleras y cambiar las estacas de la caja. Y al revés, cribar toneladas de arena, saber cambiar estacas y arreglar boleras no implica necesariamente ser humilde, honesto y prudente. Yo para disfrutar de un rato de charla de bolos, prefiero a los que son humildes, honestos y prudentes. Luego, si además los del tribunal les dan el carné de gente de bolos, pues mejor para ellos. Porque para charlar de bolos no voy preguntando si saben arreglar boleras, cambiar estacas o cuántas toneladas de arena han cribado. Y mucho menos si tienen carné de gente de bolos. Es cuestión de prioridades y esas son las mías, tan particulares como siempre. 

Pues estaba yo con mi plan de las narices cuando me llegan unas fotos de unas personas rodeadas de herramientas. Estaban repartiendo arena por el birle y colocando algunas de las estacas de la caja. Gente de bolos trabajando. Y claro, yo digo lo que pienso y les dije que no era el momento idóneo de acometer esas tareas. En mitad de la temporada y con una posición adecuada en la liga, no era cuestión de tocar nada. Si algo funciona, déjalo como está. 

Y como suele ocurrir cuando tengo razón, la conversación derivó a otros temas en los que también tengo razón, aunque de manera menos obvia. Y como muchos habréis acertado, derivó hacia la dichosa reestructuración. Voy a hacer un inciso, porque después de hablar con mucha gente honesta, humilde y prudente sobre este tema, he comprobado varias cosas que no han quedado del todo claras.

  • Primera, yo no soy el padre de esta reestructuración. Y aunque para mí es obvio, debo decirlo porque alguno no alcanzará para más que para decir: ya está el tonto escurriendo el bulto. Es triste, pero seguro que más de uno piensa así. Solo lo digo porque hay muchas personas que me identifican como tal y quiero dejar muy claro que ha sido un trabajo de grupo y que, hasta los que no acabaron en el grupo final han decidido aspectos de la misma. El mérito es de todos, incluso de los que no acabaron en el grupo final y terminaron votando en contra. La mía hubiera sido mucho más radical. Y, viendo cómo se ponen algunos, y, sabiendo que se iban a poner igual, pienso que no habría pasado nada por acometerla. Yo habría mantenido el mismo formato piramidal (1-2-3-resto), pero habría conformado grupos de ocho y en división de honor el tiro máximo habría sido de 19 metros. Así no habría saltos de dos metros. Y de cada ocho seguirían bajando tres. Para que alguno ahora se llevara las manos a la cabeza con razón. Porque aquí parecemos olvidar que, para que en el escalón inferior haya aliciente, es necesario que bajen los mismos que suben. Porque la mayoría se queda en los descensos, pero no relaciona que no solo son descensos, sino que son principalmente, ascensos de la categoría inferior. No es que desciendan tres de División de Honor, es que ascienden tres de primera.
  • Segundo aspecto a aclarar: el condicionante de hacerlo en un año es un planteamiento inicial procedente de una persona que no acabó en el grupo final. Él aportó esa idea y todos la aceptamos. Y la reestructuración se planteó a un año porque nos convenció con argumentos de que era lo mejor. Y esto no fue en 2022, esto fue en el otoño de 2021. 
  • Y la tercera y última cosa que quiero aclarar es que he hablado con mucha gente de este tema y los argumentos siempre son los mismos. Todo el mundo me dice lo mismo. Dos grupos es una cagada, quitar los 19 metros es una cagada, pero todos al final aceptan un hecho: hasta que no se ponga en marcha no se podrá saber si funciona o no. Todos con los que he hablado del tema coinciden. Por eso escojo gente humilde, honesta y prudente. Una psicóloga francesa dice, con muy buen criterio, que las cebras buscan juntarse con otras cebras y ser cebra en un mundo de caballos no es sencillo. Eso os lo puedo asegurar. 

Una vez aclarados estos tres puntos que consideraba imprescindible, volvemos al tema que nos ocupa. La humildad, la honestidad y la prudencia no son requisitos para ser gente de bolos de esa de carné. Es más, tengo la sensación de que si los del tribunal se enteran, les quitarían el título. El ser humano tiene un profundo sentido de pertenencia al grupo. Es algo que nos recuerda a nuestro pasado animal y eso es un hecho. Por eso he decidido no dar nombres ni poner fotos. No sea que se los reconozca y les arrebaten el carné de gente de bolos que tanto merecen porque se descubra que son humildes, honestos y prudentes. 

Pero la humildad, la honestidad y la prudencia no tienen por qué ir de la mano de la sensatez. La sensatez escasea en la sociedad y con ello en los bolos. Y así se lo dije. No es sensato enredar en la bolera a mitad de temporada. Y nadie se ofendió y cada uno puso sus argumentos encima de la mesa. Fue un debate más. Es lo que tienen, la humildad, la honestidad y la prudencia. 

Y he debatido con más gente de bolos, humilde, honesta y prudente. Y hemos hablado de la reestructuración y no ha pasado nada. La humildad permite ser consciente de que tu argumento puede no ser correcto. La honestidad también te hace pensar que otro puede tener razón. Y la prudencia logra que no insultes al que piensa distinto a ti y te hace ver que hasta que una medida no se pone en marcha, no se puede valorar la eficacia. 

Vamos a terminar. Ya los había avisado que iban a ser protagonistas del sermón de los sábados. Sé que el plan es importante, pero os digo lo de siempre. Este espacio es mío y hago con él lo que me apetece. El que no quiera que no entre. El que entre ya sabe lo que se puede encontrar. Pero la gente humilde, honesta y prudente merece un reconocimiento, porque son los primeros en ser expulsados del selecto grupo de gente de bolos.

Y cuando pierdes el sentido de pertenencia a un grupo social, te vas de él porque te cuesta menos abandonarlo y el grupo se hace cada vez más pequeño. ¿Os suena de algo?. El sábado que viene seguimos con el plan.

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