La verdad siempre por delante. La decisión estaba tomada hace un mes. De ella han ido conociendo primero mi familia, como es lógico, después mi círculo más cercano y, tras ellos, un puñado de personas mas. Hasta aquí he llegado, con independencia de que propuesta salga el domingo. Es una decisión fruto del agotamiento al que me ha llevado todo este proceso. Un desgaste físico y mental que, tras el ictus del año pasado ya no me puedo permitir. No soy el mismo, ni tengo las mismas capacidades ni la misma resistencia. Eso es un hecho con el que me toca vivir. ¿He quedado bien para haber estado cuatro días muerto? Si. No lo puedo negar. También os digo, al otro lado no hay mucho que ver. Así que me vine a este lado, otra vez.
Pero cuando piensas que tocaste fondo, siempre ves que puedes caer más abajo. Así que, hasta aquí llegué. La decisión estaba tomada hace un mes. Terminaba el lío en que me había metido con la reestructuración y se acababa. Vuelvo a la cueva y saldré, como ya les he dicho a todos, siempre que cualquiera necesite lo que sea a nivel personal. Pero a nivel asociativo y grupal, se acabó.
Hoy no voy a hablar de datos ni de hechos. La batalla se ha llevado al plano personal, así que no tiene mucho sentido estar hablando en sitios distintos y de cosas diferentes. Porque no se puede llegar a acuerdos. Cuando tu concepto de bolos es distinto al de tu interlocutor, se hace muy difícil llegar a un punto en común.
Como he dicho, no se puede faltar a la verdad. Y si no cuentas todos los hechos, la narración es una mentira porque falta a la verdad. Se está hablando estos días de llegar a acuerdos. Se nos insta a ello porque, yo también lo pienso, es de sentido común.
Como muestra de la imposibilidad de llegar a acuerdos voy a poner un botón: Se convoca el día 21 a todos los integrantes del grupo de trabajo general a exponer nuestras propuestas y a tratar de llegar a un acuerdo. Una vez expuestas, yo no lo hice porque consideramos que había alguien más válido para ello, surge el necesario debate para llegar al ansiado acuerdo. No tenía muchas energías para intervenir, pero traté de hacerlo.
Y con quién se suponía que teníamos que llegar al acuerdo me mandó callar. Pues nada, Pedro a callar. Yo, al menos, no vi mucha intención de llegar a un acuerdo. Y, sin embargo, con la posibilidad en el aire de que solo llegara una propuesta de consenso a la Asamblea, nuestro grupo cedió y respetó el dichoso convenio. El desenlace ya lo conocemos todos. Dos propuestas donde solo debía haber una. El que sepa cómo se llega a acuerdos con estas reglas de juego tan particulares, que me lo diga. Yo no soy capaz de alcanzar a saber cómo se llega a acuerdos con quien sólo busca imponer su voluntad.
Para mí los bolos son una parte de esta tierra, son una forma sana de emplear el tiempo y el dinero. Para ello es imprescindible que existan unas organizaciones, que llamamos peñas, y, precisamente, son TODAS esas peñas las que hacen el mayor esfuerzo dentro de sus posibilidades y merecen toda la admiración y todo el respeto. Porque TODAS, sin distinción, hacen el máximo posible.
Ninguna peña es más que otra, socialmente hablando. Deportivamente, por supuesto que sí, pero ninguna peña puede creerse más que otra por su categoría deportiva. Es igual de complicado sacar un presupuesto de 3.000 € que de 30.000, porque el que saca el de 3.000 € pone todo su empeño y capacidad, al igual que lo pone el de 30.000 €. Ambos hacen todo lo posible. ¿Al de 3.000 € le gustaría llegar a 30.000€? Seguramente. Ojalá todas las peñas pudieran tener 30.000 € de presupuesto, pero el dinero es finito.
Y esto viene a que no se puede menospreciar el trabajo de nadie, por muy arriba o abajo que esté en la clasificación deportiva. El que no esté de acuerdo hasta aquí, le invito a que deje de leer, porque si no se acepta que todas las peñas son iguales, poco tenemos que hablar sobre el tema. Las posturas están tan alejadas como el agua y el aceite.
Si alguien piensa que unas peñas están por encima de otras, a nivel social, el debate es imposible, al menos conmigo. Creo que soy bastante claro. No engaño a nadie. Si partimos de la base de que todas las peñas son iguales, podemos seguir hablando del resto de temas relacionados. Si no lo aceptamos, no hay mucho de qué hablar en este tema.
Para mí, ser jugador de equipo no significa decir que sí a todo. También soy claro. No entiendo el juego en equipo como un sistema en el que uno manda y los demás obedecen. Eso para mí no es jugar en equipo. Jugar en equipo es aportar y ceder, de manera que el grupo sume. Que la ganancia global sea mayor que la suma de pérdidas individuales. Si todos pierden y el grupo suma, el resultado es positivo. Merece la pena ceder.
Esto viene a que se han empeñado en señalarme como líder de la propuesta. También me acusan de manejar la Federación, a la junta directiva y, próximamente, de matar a Kennedy. Coartada tengo. No había nacido. Cuando los argumentos se acaban, sólo queda matar al mensajero. A mí me importa poco que se me señale en la prensa escrita o en redes sociales. Me da igual.
Pero por matar al mensajero se está faltando al respeto a mis compañeros en la propuesta y a la propia Federación. Por ahí no puedo pasar. Puedo pasar en lo que a mí me toca. Pero faltarle el respeto a gente que tiene mucho más mérito que yo, no lo debo consentir. Entre otras cosas porque no es justo y las injusticias no se deben permitir. Yo no engaño a nadie.
Siempre he defendido ocho equipos por grupo. Está escrito, se puede leer. Yo no los veo en la propuesta. La propuesta lleva grupos de diez. Yo tampoco veía los dos grupos en Primera, allá por octubre de 2021, y en la propuesta si están. Otros miembros del equipo, tampoco los veían, pero están en el modelo. Soy un líder bastante torpe.
Tampoco todos los miembros del grupo veíamos los 18 metros en Primera y están en la propuesta. Nos costaba ver ese playoff de ascenso y también está en la propuesta. Todos, sin excepción, cambiaríamos algo de la propuesta. Lógico. Pero entonces no habría propuesta. Habría tantas propuestas como personas. No alcanzaríamos nunca el objetivo.
Todos hemos cedido para llegar hasta aquí. Se nos hizo ver que no era bueno que descendieran tres de División de Honor y cedimos. Y ahí están los dos descensos en 2023 y 2024. A la vista de todo el que quiera ver, está que esto ha sido una serie de cesiones individuales. Pero tampoco puedes ceder hasta el infinito. No puedes ceder hasta que tu modelo coincida con el alternativo, porque entonces pierde el grupo.
No hay voluntad de acuerdo más allá de la nuestra. La única pega que parece tener nuestra propuesta es que no es la otra. Claro que no es la otra. Es la nuestra. Si quisiéramos hacer la otra, la hubiéramos hecho.
Un último apunte para dejar clara mi mediocridad como líder. Me encanta la coherencia y el criterio. Y si se mira el modelo se ve que en segunda hay cuatro grupos de diez y descienden tres por grupo. En primera hay dos grupos de diez y descienden tres por grupo. Si aplicamos la lógica, salta a la vista que para mantener el criterio y la homogeneidad del modelo, la categoría más alta debería tener diez equipos y descender tres. Por lógica, homogeneidad y criterio. Y sin embargo, yo eso no lo veo en la propuesta. Como líder dejo mucho que desear.
Aquí se trataba de ceder y ya estamos viendo que hemos sido capaces de hacerlo. Desde el primer minuto, todos hemos cedido y nadie ha impuesto su voluntad al resto. Un escenario muy diferente al original. Y, cuando pensábamos que habíamos terminado el modelo, tuvimos que volver a ceder.
Y lo hicimos. Y se siguen poniendo objeciones y pegas y no se cede ni un milímetro. Así es imposible llegar a acuerdos. Y ese fue el escenario primitivo hace un año. Y como el objetivo era llegar a acuerdos en los que todos ceden, se primó el objetivo final sobre todos los demás. Se ha llegado a todos los acuerdos posibles, se ha cedido todo lo posible, pero siempre en el mismo lado. Si alguien me dice la manera de llegar a acuerdos con quien no está dispuesto a ceder, estaré encantado de aplicarla.
Vamos terminando. Ni soy el líder de nada, ni quiero serlo. Si algunos creen que señalarme aporta más valor a su propuesta, es su problema. Si piensan que poner su trabajo por encima del resto aporta valor a su propuesta, poco puedo hacer. Tan solo aprovechar la oportunidad de hablar sin que otros tengan que darme su permiso.