No es la primera vez que trato el tema de la reestructuración de las ligas. Pero ahora que se acerca la Asamblea del 2 de octubre, es el momento de tomarse las cosas un poco más en serio.
Así que vamos a intentar enumerar los ingredientes que debería llevar una buena propuesta de reestructuración de ligas. Comencemos por el principio. ¿Qué es una reestructuración? ¿por qué es obligatorio hacerla?
Nos dice la real academia de la lengua que reestructurar es:
modificar la estructura de una obra, disposición, empresa, proyecto, organización etc.
Por otro lado, las bases de competición de las ligas regionales, en su artículo 2.1, dicen sobre la Liga de tercera categoría:
En función del número de inscripciones se intentará formar un mínimo de cuatro grupos con un número de equipos entre 8 y 12. Si no hubiera suficiente inscripción para ello, esta categoría se unificará con la segunda y se denominará segunda categoría.
No pasemos por alto que, este año 2022, se han incumplido las bases de competición. Ya que habiendo suficiente inscripción para ello, se han formado solo tres grupos de tercera en lugar de cuatro. Cosas de los cortijos que hablábamos el otro día… el que quiera que reclame.
Así que tenemos, por un lado, que reestructurar es modificar una estructura. Y por otro lado, unas bases de competición que, en el momento en que no haya 32 equipos (cuatro grupos de 8) inscritos en tercera, obligan a que tercera y segunda se unan pasando a desaparecer la tercera categoría.
Esto último implica que suben de golpe y porrazo todos a segunda categoría. Creo que nadie se le escapa que, cargarle a todas las peñas de tercera con unos gastos de arbitraje inesperados y con la obligación de tirar de 17 metros sería poco sostenible. En resumen, que de un plumazo, podrían irse 20 peñas a jugar a aficionados.
Cruzarse de brazos, lo que hemos hecho toda la vida, conduce a una reestructuración forzada y sin control. Nos lleva directamente a cargarnos la tercera y, al menos, a veinte peñas federadas.
Así que, parece lógico pensar, que la reestructuración hay que hacerla de manera controlada. Pero hay que hacerla por narices, porque si no la hacemos nos atropella el año que viene.
Y una vez convencidos de la obligatoriedad de reestructurar habrá que hacerlo lo mejor posible. Esto es, modificando la estructura. Y además, hay que hacerlo de forma que sea sostenible en el tiempo. Que al menos nos aguante 5 años, para que, hasta entonces, tengamos donde recoger los frutos del trabajo que se está haciendo.
Y para que esto sea posible, todo pasa por hacer una base sólida. Una tercera atractiva y con mayor contenido. Algo que vaya más allá de lo que ahora tenemos y que sea replicable hacia arriba. Además, es necesario quitar la categoría que se añadió cuando había muchos equipos. Porque, claramente, ya ha cumplido su labor y sobra.
Con todas estas premisas hay que cocinar una reestructuración que agrade a cuanta más gente mejor. Y si tenemos que quitar una categoría, esto es complicado, sobre todo el año de transición en el que hay que hacer desaparecer esa categoría. Y como ya tenemos claro que la tercera no puede desaparecer, no se puede eliminar la tercera.
Será, precisamente, la segunda especial la que hay que eliminar. Una parte de los veinticinco equipos que la componen, si 25, incumpliendo de nuevo las bases de competición, que dicen claramente que tiene que haber solo veinticuatro equipos, van hacia arriba y la otra parte hacia abajo. Y los que ahora militan en segunda, el primer año no tendrán donde subir, porque la segunda especial desaparece. Pero sí que tendrán el aliciente de mantenerse en la futura segunda. Sé que es un poco lioso, pero absolutamente lógico.
Pero la parte que va hacia abajo, tampoco desciende. Más bien podemos decir que se mantiene a un paso de primera. Después del año de transición, que debería ser 2023, los que no asciendan de segunda especial, seguirán estando a la misma distancia que están ahora de ascender a primera categoría. Junto a ellos, en la nueva segunda categoría, militarán los que hayan conseguido mantenerse en la misma.
Concluyendo por hoy, que el tema da para varios capítulos. Hacer una reestructuración buena de las ligas de bolo palma es complicado. Sobre todo cuando tienes grabado a fuego en tu cabeza lo de toda la vida…. Cuesta quitarse ese poso rancio, incluso a los que somos más abiertos. Y hay cosas que, en un principio no ves, pero que después terminan convenciéndote. Toca quitarse de encima todo el polvo acumulado durante años, solo así llegaremos a buen puerto. Próximamente seguiré dando datos de lo que se está cocinando, quizás no tenga mucho que ver con lo que han podido contarte.