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Corría el año 2003 o el 2004 creo recordar. Las memorias fallan y la mía más. La clasificación para los regionales de tercera se disputaba en varios fines de semana. Una primera ronda dividida en ocho zonas. De ahí salían, si no recuerdo mal, los que se ganaban el derecho a jugar los concursos del circuito.

Luego continuaban las fases hasta una en la que quedaban cuarenta y ocho jugadores que tiraban en tres boleras durante un fin de semana para decidir los dieciséis que disputaban el campeonato regional.

Eran otros tiempos. Había más dinero y se aprovechó para dotar a la categoría de un circuito de al menos ocho concursos. Se aprobó una subvención de 900 euros para cada organización, garantizando al menos 600 euros en premios. En aquel momento era una medida lógica y necesaria.

Han pasado casi veinte años y la medida está agotada. Hace tiempo que lo está. Ahora a duras penas se alcanzan las 500 licencias, con lo que, obviamente, los euros son muchos menos. Tampoco cubren la diferencia los derechos federativos. A menos equipos, menos dinero. En aquella época, entre segunda y tercera, sumaban más de 140 equipos. Ahora no tenemos ni la mitad. Conclusión: no podemos mantener el mismo circo con la mitad de ingresos. Entre otras cosas, porque los números no mienten.

Claro que sería maravilloso mantener un circuito de tercera categoría de al menos 8 concursos. Pero no a cualquier precio. No se sostiene y cuando un edificio se cae a pedazos, conviene hacer una voladura controlada, antes de que los escombros se cobren víctimas.

Llegamos así al argumento más habitual: la tercera es la categoría que más aporta la Federación en licencias. Una verdad como un templo, pero medias verdades suelen ser medias mentiras. Así que vamos a completar la verdad con números.

La Federación cuenta con unas 500 licencias de tercera. A cuarenta y siete euros por licencia da un total de 23.500 euros. Una pasta sí señor. Pero esas 500 licencias suponen tres euros por cada una de la mutualidad deportiva. Lo que nos deja con 22.000 euros. Sigue siendo una pasta.

Por otra parte, según la legislación deportiva, por participar en competición nacional, hay que pagar peaje en la Federación Española correspondiente. En el caso de una licencia de tercera son 27 euros. Así que con 500 licencias, toca ingresar 13.500 euros. Con lo que nos quedan 8.500 euros para la tercera categoría. Ya no es tanta pasta.

Con esos 8.500 euros hay que hacer lo siguiente:

  • Nueve concursos individuales de tercera categoría a 750 euros dan un total de 6.750 euros
  • Tres concursos de parejas a 750 euros cada uno da un total de 2.250 euros.
  • Un campeonato regional de tercera con sus 16 dietas son 800 euros
  • Y otro campeonato regional de parejas con sus 16 dietas son otros ochocientos euros.

A mi me salen diez mil quinientos cincuenta euros. Eso sin contar los arbitrajes que, aunque sean una verdadera miseria, pues también suman…

Tenemos doce concursos de tercera entre individuales y de parejas. Si compensamos a los árbitros con 300 euros por cada concurso, a repartir entre todos ellos, nos gastamos otros 3.600 euros.

Con unos ingresos netos de 8.500 euros debemos montar dos circuitos y dos campeonatos que cuestan unos 14.500 euros. Es decir hay que sacar 6000 euros para ello. Y todo para hacer cosas bastante poco dignas.

Porque la ayuda a las peñas organizadoras no es que lleve congelada casi veinte años, sino que se bajó de 900 euros a 750 euros. Muy digno no parece. Es el resumen de la historia de los de siempre: trabaja por los bolos y calla la boca. Puro despotismo poco ilustrado.

Y así pasan los años y sube el IPC. Y lo que eran unas buenas cantidades de dinero se han convertido en auténticas miserias. Y no contentos con estas miserias, alguien decidió que los de tercera no merecían dietas y se las cepillaron. Ahora se han recuperado, porque parece lógico que disputar un campeonato cuesta lo mismo, con independencia de la categoría individual.

Ha llegado el momento de escoger si queremos mantener un circo cutre y gastado o queremos un circuito digno y sostenible. Ya no solo es cuestión de dinero, sino de que al igual que no hay recambio para los grandes jugadores, tampoco lo hay para árbitros y organizaciones.

No hay Sebios, no hay Chimbos no hay Jandros. Guillermo Borbolla ha retirado este año sus concursos del circuito y no parece que quiera recuperarlos. Y cuando se nos harte Juan Carlos González de la Sota, el circuito de tercera puede darse por muerto también.

Así que debemos plantearnos si seguimos tirando de la cuerda, hasta que rompa del todo, como llevamos 20 años haciendo, o la rompemos y compramos una nueva más atractiva.

Si seguimos tirando será muy tarde. No olvidemos que este año los precios van a subir más de un 10%. Así que, las limosnas de este año, serán más miserias el que viene.

Y el proyecto verano bolístico de Juan Carlos González de la Sota puede ser media solución a este problema. Pero un circuito de ocho concursos individuales y tres de parejas no se sostiene.

Y aquí abro el paraguas. Va a empezar a llover. Los circuitos de parejas deben desaparecer, al menos en tercera, y volver a un fin de semana de tiradas en dos boleras.

Por otro lado, el circuito individual debe tener un máximo de cuatro concursos bien dotados económicamente. El resto de competición habrá que encomendarla al verano holístico de Juan Carlos. Replicable en otras zonas de Cantabria.

Solo de esta manera contaremos con un circuito digno para todos: jugadores, organizaciones y árbitros. Sí, ojalá, el circuito fuera de 12 concursos y sobraran árbitros y organizaciones dispuestos a formar parte de él.

Pero esos circuitos ideales tienen un precio, así a ojo, de 40.000 euros. Si alguien los pone encima de la mesa no hay problema. Y ahora podemos entrar en la discusión de siempre. Pero no, el gobierno no va a poner 40.000 euros todos los años. Así que no podemos aplicar el cuento de la lechera.

Nos toca coger la vaca por los cuernos, en lugar de por las ubres, y hacerse a la idea de que el que quiera jugar tendrá que pagar la inscripción correspondiente. Triste sí, pero imprescindible.

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