Cuando las palabras pasen a la historia, será la memoria revolucionaria, la que es solidaria con toda su gloria, reconocerá la victoria a Los Parias
Ya son más de siete los meses que llevaba sin escribir por aquí. «7 meses de alivio, paz y tranquilidad» habrán pensado en ambos bandos. Estoy convencido de ello.
¿Qué ha cambiado? Nada, de momento. Todo sigue igual. Igual que hace 7 meses. Igual que hace 12 e igual que hace 37 meses. Dos posturas totalmente respetables, pero enfrentadas e irreconciliables. En el fondo lo que ha existido en los bolos desde los tiempos del debate del estacazo al lado contrario.
Tampoco ha cambiado nada en aquellas figuras que, a través de los años, han intentado, por lo civil y/o por lo criminal, unir a estos dos «bandos». Siguen existiendo, con distinto nombre a través de las épocas. Y todos, sin excepción, han fracasado. Mezclar agua y aceite es imposible.
Para mi particular opinión es imposible porque en el fondo de ambas corrientes subyace la famosa dicotomía de si los bolos son un juego o un deporte. Los bolos fueron malviviendo con este alejamiento de visiones durante muchos años. Nunca fue una distancia insalvable.
Pero llegó un momento en el que esa brecha se hizo más grande. Los pocos puentes que existían se rompieron. La parte que pensaba que esto era un deporte escogió un camino. La parte convencida de que esto no lo era siguió por el suyo. Lo de siempre en este bendito juego.
Pero algo que cuando lo repasas de esta manera es meridianamente obvio, parece que no lo es para todo el mundo. Y con la grieta en máximos históricos, asistimos al penúltimo intento de mezclar agua y aceite. En lugar de admitir la realidad, se sigue negando. Y como el diagnóstico es erróneo, el fracaso está asegurado.
Poco importa que se apruebe o no se apruebe la propuesta número 12. Es lo de menos, la verdad. Por mucho convencimiento personal que yo pueda tener. Independientemente del resultado de la votación, el daño será irreparable. Lo que estaba unido se romperá. Y en lugar de dos grietas, tendremos tres en el cementerio. Yo no le veo ningún sentido común a esto. Las razones se me escapan, seguramente porque soy bastante ingenuo.
Por eso no puedo entender que una vez que la Asamblea escogió un camino hace apenas tres años, que hace solo otro año afirmó que quería continuar por ese camino, que después cuando se planteó a la gente de los bolos el modelo que querían eligió continuar por la misma senda y que este mismo año, allá por Marzo decidió, por consenso, mantener su ruta, se le vuelva a insistir en la misma pregunta.
Traslada la situación a cualquier ámbito: laboral, escolar o de ocio. Tienes a un pesado insistiendo:
- ¿Vienes?
- No.
- ¿Vienes?
- No
- ¿Vienes?
- No.
- ¿Vienes?…
- ¿Pero no te he dicho ya tres veces que no?
- Venga, que si vienes no te quito los caramelos
- ….
Ya da igual que vayas para que se calle el pesado o que decidas seguir tu camino. Lo que intentabas hacer, no lo has podido hacer porque estabas ocupado contestando que no. Y así pasa el tiempo y tú sin poder hacer nada. Ridículo.
¿Pero qué puede pasar en la Asamblea cuando llegue el turno de votar la propuesta 12? Nadie lo sabe con certeza, pero si podemos hacer un ejercicio de imaginación.
- Se aprueba la propuesta número 12 con los votos necesarios a favor, que aún no sabemos si son más sies que noes o son necesarios 23 SIES o 26 votos favorables. Todo ello dependerá de la interpretación que se haga de las normas aprobadas hace 10 años por la Asamblea. Cuando entra en juego la interpretación, empiezan los problemas.
A partir de ese momento, un océano de calma inundará el futuro bolístico y el dinero fluirá con alegría. O eso dicen los medios.
Las peñas de primera habrán cedido dos de sus posibilidades de ascenso a la División de Honor. Las otras dos que el año que viene jueguen la promoción sabrán que si la ganan, la siguiente eliminatoria se la jugarán contra un equipo de superior categoría jugando hasta 19 metros
Y a partir de ese momento, el resto de las propuestas a debatir y votar, tendrán un futuro bastante incierto. - No se aprueba la propuesta 12. Entonces debemos suponer que no habrá ni calma ni dinero. Dos elementos que escapan al control de la Asamblea, ya que no pueden hacer nada para manejarlos. Las peñas de primera mantendrían intactas sus posibilidades de ascenso. Y el resto de propuestas dependerían exclusivamente de su contenido para ser aprobadas
Todo esto es ciencia ficción aliñada con unas gotas de opinión. Esa opinión tan amarga y picante que me caracteriza. En el fondo, el resultado es lo de menos. Se apruebe o se rechace, el daño está hecho.
Lo que es un hecho es que la propuesta 12 ya ha abierto una herida. Una herida que tiene mal pronóstico y muchas posibilidades de infectarse. Toca terminar. Y lo haré, como empecé, citando a un compositor poco conocido en estas tierras y bastante más por la Tacita, al que he robado el título de este artículo
Ay niña de mi corazón
Tu sabes que no tengo nada que perder
Porque todo lo he perdido
Así que si por nuestra calle
al enemigo tú lo ves
dile esto que te digo
Que el que me lleve al infierno
Yo me lo llevo conmigo
A curioso y buen entendedor, pocas palabras bastan
